Retomando las recetas con cerveza, que no de cerveza, vamos a ver cómo hacer un postre delicioso como es el tiramisú, pero dándole un toque cervecero con el que marida estupendamente. Puede parecer extaño que un postre tan dulce incorpore un ingrediente amargo como la cerveza, pero no lo es tanto teniendo en cuenta que en esta receta también utilizo chocolate negro amargo con un 85% de cacao. La cerveza encaja perfectamente con la receta que os dejo.

Ingredientes:

• 4 huevos tamaño L
• azúcar blanca, 320 g
• queso mascarpone, 500 g
• bizcochos de soletilla o bases de tartas
• chocolate negro (85% cacao) rallado, 20 g
• cacao en polvo
• cerveza de abadía oscura, 200 ml

Preparación de la crema

Empezamos separando las yemas de las claras. OJO. Si no las separas correctamente y le cae un poco de yema a las claras, nunca se montará el merengue. Batimos las yemas en un cuenco y le incorporamos poco a poco el queso. Debe quedar una crema homogénea tanto en color como en textura. Lo reservamos a un lado.

En otro cuenco empezamos a montar las claras con las varillas para hacer la crema de merengue. Yo no dispongo de un robot de cocina para esta labor así que lo hice todo a golpe de muñeca. En unos 10-15 minutos suele estar lista. Debe quedar muy esponjosa. El punto adecuado se sabe cuando levantas las varillas de la crema y arrastras con ellas un cono que permanece sin bajarse. Una vez conseguido ese punto, incorporamos muy poco a poco el azúcar sin dejar de batir. Si echas mucho de golpe, la crema perderá esponjosidad.

Una vez acabado debe quedar como en la foto. Debo reconocer (y aprovechando que no tengo abuela) que ha sido el mejor merengue que me ha salido nunca.

Ahora se mezcla todo con la crema de yema y queso que reservamos antes. De nuevo debe quedar todo muy homogéneo.

Ya hemos acabado con la preparación de la crema del relleno y es el momento de reservarla para luego, no sin antes darle un buen lametazo a las varillas. ¡Qué le vamos a hacer! Mi yo goloso es incapaz de evitarlo.

Montaje del birramisú

Preparamos las bases de bizcocho. Si no disponéis de estas bases de tarta redondas, también valen los bizcochos de soletilla formando con ellos una cama que abarque toda la superficie del recipiente. En mi caso utilicé un molde circular para el birramisú, pero se puede hacer perfectamente en otros recipientes, como una fuente de horno.

Ahora es donde entra la diferencia con el tiramisú normal. El bizcocho se moja con la cerveza de abadía, en vez de utilizar el café con amaretto de la receta original. En mi caso utilicé una cerveza de abadía autoproducida con matices ligeramente amargos. También se puede utilizar una cerveza negra stout o una de abadía dulce, como la Leffe negra, si no quieres aportar sabores amargos al postre.

A mí no me gusta empapar el bizcocho para evitar así que se encharque demasiado. Le echo lo bastante para humedecerlo todo, pero de modo que lo pueda absorber por sí solo.

Lo bueno de cocinar con cerveza es que lo que sobre te lo puedes beber.

Es el momento de echar por encima una gruesa capa de la crema que reservamos y la allanamos con una espátula. Aquí algunos ponen la siguiente capa, a mí me gusta espolvorear un poco de cacao. No mucho, pero sí lo suficiente para dar sabor y que la crema se adhiera a la siguiente capa de bizcocho.

Repetimos los pasos con la siguiente capa: poner otra base de bizcocho, mojar en cerveza y cubrir con crema.

Para rematar la crema, espolvoreamos chocolate negro que previamente se ha rallado, cubriendo toda la superficie.

Lo metemos en la nevera durante unas horas y ya está. Ya tenemos nuestro birramisú acabado y listo para degustar.

Aproveché para hacer este mi primer birramisú la visita al hogar de El Maestro Cervecero que me hizo la familia de la doctora Sara Murias, una bloguera cuyo blog, unfonendoenvillamocos.com, os recomiendo visitar si tenéis dudas pediátricas. Y por los comentarios recibidos, fue todo un éxito.